El arrepentimiento genuino es esencial y necesario para recibir el perdón de nuestros pecados. Dios nos ama y desea salvarnos pero a cambio pide que nos arrepintamos de nuestra vida pasada y nos volvamos a Él y sus mandamientos.
“Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día, y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” Lucas 24:46-47
En este pasaje, Lucas nos dice que era necesario y estaba profetizado que Jesús sufriera, fuera crucificado y resucitara al tercer día y que a partir de ahí, se anunciara esto para arrepentimiento y perdón de los pecados.
El mismo Jesús, les había encomendado a sus discípulos que predicaran el evangelio en todo el mundo comenzando desde Jerusalén.
Este evangelio se centra en el mensaje del arrepentimiento y el perdón de los pecados por medio de la fe en Jesús. Quienes creen el evangelio y se arrepienten de sus errores, obtienen el perdón de sus pecados y de ahí la salvación eterna.
El creer es la causa, el arrepentimiento es el efecto. El creer o tener fe es un estado interno de la mente; en cambio el arrepentimiento, muestra su cambio en la manera de pensar y en los cambios de conducta.
Es decir que se trata de un cambio en la actitud de una persona hacia Dios y en la conducta de su vida.
Aquél que se arrepiente de verdad, cambia de actitud, es sumiso, y tiene un continuo deseo de aprender, de crecer en el conocimiento de la Palabra y por sobre todo, tiene pasión por ser cada día mejor, a esto se le llama, frutos de arrepentimiento.
En nuestro mundo actual y gran parte del cristianismo, están obsesionados con la superación personal, con el éxito y elevar la autoestima, y esto de arrepentirse de los pecados, es algo que muchas veces se trata de evitar.
Lo muestran como una señal de inseguridad y debilidad, y por eso, aun nosotros como cristianos, muchas veces podemos admitir errores pero raramente usamos la palabra arrepentimiento.
Pero el único arrepentimiento que realmente vale, en lo que respecta a la vida espiritual, es aquel que transforma la dureza de nuestros corazones y produce en nosotros un verdadero quebranto por el pecado.
Cada uno tiene la llave que abre la puerta para recibir el regalo del perdón y esa llave se llama: «arrepentimiento genuino» que viene acompañado con acciones determinantes y voluntarias que nos llevan a ser más agradables a Dios.
En conclusión la evidencia de una fe verdadera, es el arrepentimiento continuo, la confesión continua, y un corazón contrito y humillado.
Hoy es un buen día para poner en práctica ese verdadero arrepentimiento, ¿Cómo? comenzando por desechar todo aquello que no permite que tu comunión con Dios sea más pura y transparente.
Te animo que lo pongas en práctica y no sólo decirlo, a que puedas pedirle a Dios que te de la determinación, el dominio propio y la voluntad para poder reconocer todos tus pecados y a partir de allí comenzar a obedecelo en todo.
Esperamos que esta reflexión sea de mucha bendición para tu vida.
Accede a nuestra reflexión anterior: «Actuando con Sabiduría.»
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